Sabemos que las plantas suculentas son muy sensibles al exceso de agua. Sin embargo, paradójicamente, hay algunas especies suculentas que se pueden cultivar en el agua. Esto puede sonar contradictorio al conocimiento común que se tiene sobre el cultivo de las plantas suculentas.
Pero no dudo, que si eres ferviente amante de las plantas suculentas, seguramente has tratado de propagar suculentas en agua. Esto quiere decir, que has utilizado el agua como medio para enraizar los esquejes de tus plantas suculentas. Y la verdad, es que probablemente hayas tenido éxito, de hecho, a lo mejor se te hace más fácil hacerlo en el agua que propagarlas en la tierra.
En general, es común en las plantas suculentas que el exceso de agua promueva la pudrición de la raíz, pero contrario a lo que pensamos, utilizar el agua para enraizarlas no las pudrirá. En términos generales, una de las teorías que explica esto es que lo que verdaderamente pudre la raíz no es el agua en sí, sino el suelo húmedo donde se asientan las suculentas y se exponen a hongos y patógenos del suelo que introducen enfermedades en la planta y provocan la pudrición de las raíces.
1. Selecciona bien tu planta suculenta para propagar en agua
No todos los tipos de suculentas se pueden cultivar en agua. Las especies más propensas a facilitar su propagación en el agua son aquellas pertenecientes a la familia Crassulaceae como las del género Sempervivum o Echeveria.
Estas especies pueden propagarse fácilmente a partir de esquejes o de hojas. Además, se obtienen un montón de plantas de una sola suculenta, lo que facilita volver a intentarlo si no logra adaptarlas para que crezcan en el agua desde el primer momento.
Obtén el corte de un tallo o también puedes usar hojas. Tanto tallos como hojas pueden propagarse. Elige hojas saludables. Tendrás más probabilidades de éxito si lo haces con hojas sanas, que no estén dañadas, rasgadas o deformadas. Busca hojas llenas y regordetas, no hojas deshidratadas y planas.
Retira con cuidado las hojas del tallo. Con los dedos, retuerce suavemente las hojas del tallo con el pulgar y el índice. Algunas hojas se desprenden con facilidad, otras se adhieren firmemente al tallo. Mueve suavemente la hoja de un lado a otro hasta que se desprenda toda la hoja. Quieres toda la hoja, incluida la base que se adhiere al tallo. Si la base de la hoja no se desprende, o si la hoja se daña, no sobrevivirá.
2. Dejar que sane el corte de la suculenta
El primer y más importante paso es dejar que el esqueje sane del corte o del desprendimiento. Puedes ponerlo en una bandeja vacía durante unos días hasta que el extremo desprendido se haya endurecido o se haya secado. Si omites esta parte, absorberá demasiada humedad y puede pudrirse.
3. Poner la suculenta en el agua
Busca una taza o recipiente del tamaño adecuado para los esquejes y agrega agua. Coloca el esqueje de la suculenta de modo que el extremo del tallo o la hoja descanse justo por encima de la superficie del agua sin tocarla. Otra forma es dejar que el extremo del corte toque el agua. Ambos métodos pueden funcionar.
Deje la taza en un lugar soleado o bien iluminado por el sol. En unas semanas verás como comienzan a crecer raíces.
4. Mantener las suculentas en el agua o plantar las suculentas enraizadas
Una vez tu esqueje tenga suficiente raíces puedes optar por dejar crecer tu planta suculenta de forma hidropónica. Si vas a dejar la planta en el agua, los esquejes continuarán viviendo y sobreviviendo en el agua.
Cambia el agua periódicamente reponiendo con agua limpia y fresca cada pocas semanas o según sea necesario. Las puedes dejar en el exterior o en interior con mucha luz.
Si prefieres transplantarla, deja que los esquejes enraizados de la suculenta se sequen durante unos días. Una vez secos, se pueden plantar en un sustrato ideal para suculentas .
5. Cuidando la suculenta trasplantada del agua
Riegue ocasionalmente. Las plantas bebé necesitan un poco más de humedad que las plantas maduras. Rocíe ligeramente la tierra con una botella rociadora cada pocos días o cuando la tierra se sienta seca. Una vez que la planta esté más establecida y enraizada, disminuya el riego a aproximadamente una vez por semana.
Proteger de la luz solar directa. Se debe proteger a las plantas recién trasplantadas de la luz solar directa para evitar el daño solar. Aumente gradualmente la luz solar y la exposición al sol de acuerdo a las necesidades de la planta a medida que madura.